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Suerte de Saavedra aplica el modelo sanitario participativo de El Progreso

El proyecto comunitario de salud en El Progreso empezó como una experiencia piloto, luego se consolidó y ahora se extiende a otras zonas del área de salud de Badajoz como Suerte de Saavedra, Cerro Gordo, Alconchel y Valverde.

El SES ha decidido que estos cuatro equipos de atención primaria inicien el cambio de metodología.

En esencia, y tomando como referencia lo que se ha hecho en El Progreso en la última década, el proceso comunitario consigue que colegios, institutos, asociaciones de vecinos e instituciones se impliquen en la percepción de la salud y promuevan actividades de prevención. A largo plazo se reduce la presión sobre las consultas porque los usuarios llevan una vida más saludable y no dependen tanto en su día a día de los sanitarios.

También participan en la iniciativa Alconchel y Valverde Leganés 

Llegar hasta este objetivo no es fácil y requiere seguir una metodología muy concreta. 

José María Iglesias es el coordinador médico del centro de salud de Suerte de Saavedra, un ambulatorio que abrió hace cuatro años, abarca a casi siete mil tarjetas y con una plantilla fija de 20 sanitarios.

El pilar fundamental, destaca Iglesias, se apoya en la implicación. «Si la gente entiende que la salud no es su problema no se van a implicar, por eso seguimos este modelo, porque consigue involucrar a la comunidad», añade.

El enfermero Samuel Bobedilla se encarga de poner en marcha el proceso comunitario en una población heterogénea. Allí tienen su médico de cabecera los inquilinos de las viviendas sociales que dan nombre al barrio y los residentes en las urbanizaciones de los Montitos, la Pilara, Tres Arroyos y la carretera de Sevilla. 

Bobedilla advierte que parten de un proceso largo para consolidar los cambios.

El punto de partida fue la formación de los sanitarios del centro de salud, después se han dedicado a la recogida de datos socioeconómicos de la población a la que tratan, la recopilación de la actividad sanitaria y los motivos de consulta. «Estos datos objetivos los tenemos. Solo hay que ordenarlos. Lo realmente interesante es añadirle también datos subjetivos, preguntarle a la gente lo que realmente le preocupa de su salud», explica el enfermero .

Lo que a la gente le preocupa

En esta tarea se encuentran ahora. Preguntando a la comunidad sobre lo que realmente les preocupa en relación a su salud.

En esta fase de recopilación de testimonios, también han contado con lo que llaman ‘testigos privilegiados’, residentes veteranos o representantes de las asociaciones vecinales y han organizado charlas con cinco grupos para preguntarles para abordar este tema. «No es lo mismo la percepción de su salud que tiene un anciano que una madre con niños en edad escolar o un adolescente». 

Con los datos y opiniones sobre la mesa, más tarde redactarán el diagnóstico de salud del barrio, el manual de cabecera con el que trabajarán. «Debe ser accesible, sencillo para lo que lo entiendan todos». 

En ese diagnóstico de salud se identifica cómo los problemas y el entorno social repercuten directamente en los consultorios.

El entorno social

La calidad del agua o del aire, el alcantarillado o el estado de los parques afectan a la salud, por eso se crea una comisión en la que están presentes los vecinos, las administraciones y los sanitarios. Esa comisión será la que planifique actividades de educación y de prevención según los problemas que se hayan detectados.

«En los centros de salud -explica el enfermero- atendemos con mucha frecuencia hipertensión o diabetes, pero lo que realmente interesa a la gente en relación a su salud es que sus casas tengan calefacción en invierno, aceras en las calles para evitar tropiezos o parques y zonas verdes saludables, sin cucarachas ni ratas». 

Para entender el funcionamiento. El coordinador médico expone un ejemplo muy ilustrativo.

En el barrio se dan con frecuencia los embarazos no deseados. En teoría, espera que la población lo identifique como un problema a abordar y la comisión organice talleres, charlas con los docentes para impartir educación sexual y otro tipo de actividades que se propongan. Pero si por el contrario, en las encuestas y preguntas los usuarios no lo ven como un problema, no tiene ningún sentido abordarlo porque no se van a implicar. «Es la propia comunidad la que decide que temas tratamos y cómo lo hacemos. No es algo exclusivo del centro de salud», aclara el enfermero.

En Suerte de Saavedra esperan que con el paso del tiempo, el proyecto comunitario no sea una cuestión voluntaria de un equipo de atención primaria, sino un derecho que entre a formar parte de la cartera de servicios del SES y que todas las zonas tengan su propio diagnóstico de salud. 

En este formato de trabajo, el centro de salud deja de ser un consultorio para convertirse en un espacio donde se abordan problemas comunes que no estrictamente sanitarios, pero que afectan a la salud a medio o largo plazo. Si un barrio, por ejemplo, tiene problemas de vertidos de ripios y escombros, con el paso del tiempo tiene consecuencias en la salud de los vecinos.